jueves, 15 de diciembre de 2016

Extrema derecha anticubana presiona a Trump para cambio de política hacia Cuba.



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No cabe la menor de las dudas de que representantes de la extrema derecha anticubana y sus aliados intentan por todos los medios –valiéndose incluso de perversos mercenarios que no representan la voluntad del pueblo cubano– de presionar al presidente electo, Donald Trump, para que modifique la política USA hacia Cuba, en una amalgama de posturas que confluyen en el franco intento de viciar el proceso de acercamiento diplomático entre ambas naciones y los diálogos que sostienen ambos gobiernos.
Un claro ejemplo que involucra al grupo mafioso anticubano representado, entre otros, por Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart en este empeño desesperado, se puso de manifiesto cuando ambos miembros del congreso USA instaron a Trump para que modifique la política norteamericana hacia Cuba, en una rueda de prensa realizada en Miami. A su reclamo se sumó una figura que está encontrando espacio mediático como representante de los más retrógrados intereses anticubanos en esta coyuntura, el ex congresista por Florida Lincoln Díaz-Balart y liderzuelo por herencia de la organización terrorista “La Rosa Blanca”.
Sin temor a dudas estos sectores coinciden en el temor de que Trump haya usado a la extrema derecha anticubana de La Florida en un juego electoral para ganar votos y opte por continuar las débiles políticas de acercamiento diplomático trazadas por Obama.

No podía faltar, para bochorno de los dignos hijos de su pueblo, el vocero vil y asalariado, representado en esta oportunidad por el mercenario Antonio Rodiles quien participó en un panel nombrado "Cuba en una encrucijada: Cómo el presidente Trump puede apoyar la libertad en la Isla", realizado en el Lehrman Auditorium de la Heritage Foundation. Se hizo acompañar en este show de agoreros por los reconocidos enemigos de Cuba, los ex subsecretarios de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger F. Noriega y Otto Reich, así como José Cárdenas, asesor para América Latina y el Caribe de la USAID, tradicional financista de la subversión anticubana.
Rodiles, para ir a un cuestionable extremo, auguró: "Tarde o temprano en Cuba la situación se tornará violenta". No sé realmente a qué tipo de violencia amenazante se refirió, pero bien es cierto que el pueblo cubano no se dejará pacíficamente arrebatar sus conquistas por potencias extranjeras y sus títeres rendidos ante el oportunismo político y el sucio dólar. El cínico contrarrevolucionario urgió a los EEUU para garantizar un tránsito pacífico, lo que obviamente presupone más desembolso de dinero para financiar a una insignificante y sobredimensionada “oposición”.
Todos los participantes en este panel, aunque desde distintos enfoques, coincidieron en que la futura administración Trump debía reorientar la política norteamericana hacia Cuba. Obviamente dejaron claro que se debe aumentar todo tipo de presión contra la Isla.

Cuba no cambiará su destino socialista y su pueblo tampoco traicionará el legado histórico de Fidel. Si la nueva administración de Trump –que no lo creo– opte por volver a la agresividad ineficaz de las administraciones anteriores, nuestro pueblo resistirá y defenderá a toda costa su soberanía y su gobernabilidad.

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