domingo, 23 de noviembre de 2014

Plan Zeta, una mentira de la CIA en Chile

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Así se manipuló el Plan Z en la prensa de derecha

El "Plan Zeta", creación de mentes afiebradas, consistía, según se dijo en los años de la dictadura, en asesinar masivamente a personal de las Fuerzas Armadas. La propia CIA reveló en 1999 que dicho plan "nunca existió", y que fue solo "una operación de guerra psicológica de Pinochet". 

El periódico chileno Cambio21 tuvo acceso a un documento histórico, desconocido hasta ahora, con las declaraciones consignadas en el Parte de Carabineros de Chile, primera Comisaría de Valdivia, Tenencia Gil de Castro, firmada el 24 de noviembre de 1974 por René Quezada de la Plaza, comisario y mayor de Carabineros y por Rubén D. Aracena González, teniente de Carabineros y jefe de la Tenencia.

En el documento dirigido a la Fiscalía del Ejército de Valdivia, se da cuenta que la "Unidad Popular, específicamente el Partido Socialista, con anterioridad al 11 de septiembre de 1973, elaboró planes destinados a la neutralización de las FFAA y Carabineros, como igualmente comenzó a planificar la acción a desarrollar ante la evidencia de un enfrentamiento, ya sea con civiles o las FFAA".

El documento detalla acciones consistentes en el "secuestro de familiares de jefes y personal de las FFAA y Carabineros". Los secuestrados, apresados en acciones tipo "comando", serían reunidos en un lugar y luego, ya en cautiverio, serían cambiados por "armas". Agrega, que los que se opusieran "serían fusilados". También asegura el documento, que las poblaciones de uniformados serían rodeadas y conminadas a entregar las armas y rendirse.

El Plan Zeta detallaba, según el parte policial que dio origen a los Tribunales de Guerra en contra del intendente de Valdivia, Sandor Arancibia Valenzuela y otras autoridades, incluía "emboscar patrullas (militares) y obtener la mayor cantidad de armamentos". Para llevar adelante su plan, Arancibia y las demás autoridades de la época, se valdrían del apoyo de barcazas cubanas que llegarían por el río a Valdivia.

Hoy, como querellante luego de ser secuestrado y torturado, acusa al ex teniente del Ejército, Patricio Kellet Oyarzún, quien reconoce haber torturado a prisioneros políticos al interior del Cantón Bueras, a Armando Robles Jensen, que en su calidad de dentista habría participado en sesiones de tortura, y también imputa al periodista Eduardo Hunter Abarzúa, dirigente regional de Renovación Nacional, quien comenzaba sus crónicas, dando por hecho el famoso Plan, con el cual se condenó a numerosas personas el año 73 y a otros ciudadanos, incluso fueron sentenciados a muerte, otros a cadena perpetua.

¿De dónde salió el Plan Z?

Desde luego, el Plan Z solo tuvo existencia en la mente afiebrada y maquiavélica de unos pocos que buscaron, a nivel nacional, justificar la acción violenta emprendida en contra de los seguidores de Allende y por otra lograr la unidad, ante la amenaza común, de las fuerzas armadas y carabineros. Muchos eran capaces de jurar que sí existió. Hoy, la mayoría de quienes defendieron su existencia, mira con vergüenza el suelo cuando se les pregunta sobre el tema.

Lo grave, es que varios chilenos y chilenas fueron condenados, incluso a muerte, teniendo por justificación el mentado plan. Sandor Arancibia, quien reside actualmente en Francia y está de paso en el país para dar curso a la querella que tramita el ministro de la Corte de Apelaciones de Valdivia, Juan Ignacio Correa, fue uno de los condenados por "traición a la Patria", de acuerdo al parte policial que acogió como verdad absoluta, el Consejo de Guerra.

"Así que vos hijo de p.... ibas a matar a mis hijos" le decían mientras le torturaban. No hubo defensa real, los pasaban a manos de los torturadores y cuando estaban "blandos", debían comparecer ante el Fiscal Militar. Si negaban lo que decían las declaraciones "voluntarias" prestadas frente a los torturadores, eran nuevamente enviados a sus manos, para que "meditaran" sus dichos.

Qué era el Plan Zeta.

Era el nombre atribuido a un presunto proyecto del gobierno de Allende, para ejecutar una insurrección armada, una especie de autogolpe, con el fin de imponer por las armas un gobierno marxista. Para ello, buscarían descabezar las FFAA y a Carabineros. La supuesta existencia de este plan fue divulgada profusamente por militares y autoridades de la dictadura.

Archivos desclasificados por la CIA en 1999, acreditaron que el Plan Zeta nunca existió, y que por el contrario, fue una operación de guerra psicológica de Pinochet y los militares chilenos, particularmente de la Armada de Chile, en que impusieron la lógica del son "ellos o nosotros", para justificar la represión y violaciones a los derechos humanos llevados a cabo durante la dictadura militar.
Sin embargo, en aquella época, altas autoridades del gobierno cívico militar, aseguraban que era una realidad. Entre ellos el mismo Pinochet. Pero no se trató solo de un absurdo montaje, sino que de uno macabro, que llego a segar vidas y justificó atrocidades. Federico Willoughby, otrora activo colaborador del régimen, descartaría más tarde dicho plan denunciándolo como una "falsedad".

El 18 de septiembre del 73, El Mercurio titulaba a ocho columnas: "El ex gobierno marxista preparaba un autogolpe de Estado". ¡Aterradora información! Según esta, la Administración de Salvador Allende habría fomentado un plan de asesinato masivo de militares, dirigentes políticos y periodistas de la oposición, sin olvidar a sus familias. El nombre en código era "plan Z". La nota era firmada por Julio Arroyo Kuhn.

Dudas de la prensa.

"General, ¿se pueden ver los túneles y armas?". Bastó esa pregunta de un joven periodista, de pelo negro largo y barba abundante, al entonces general Óscar Bonilla, durante una conferencia de prensa en que se aseveraba la existencia del Plan Zeta, para que el militar, molesto, preguntara quién y de dónde era el reportero que hacía la consulta -que por cierto quedó sin respuesta-.

Cuando se enteró que trabajaba en una revista de línea editorial opositora a la UP, no hubo represalias. La versión que se "filtró" a la prensa en esa oportunidad fue que bajo la elipse del Parque Cousiño -así se llamaba en esos años el Parque O'Higgins- había túneles, armas y explosivos con que supuestamente se daría de baja a 10 mil militares el 19 de septiembre de 1973, durante la Parada Militar. La prensa independiente no podía creer tal afirmación, y menos sin pruebas.

Días después, hubo otra descabellada información. El secretario de la Junta de gobierno, coronel Pedro Ewing, el 22 de septiembre de ese año en una conferencia de prensa, ante periodistas nacionales y extranjeros, informó que el 19 de septiembre, día del Ejército, "Allende proyectaba invitar a almorzar al Alto Mando al palacio presidencial de La Moneda.

Sorpresivamente, sus guardias, disfrazados de camareros, acribillarían a los oficiales, mientras que en el parque los militares que se aprestaban a desfilar y los dirigentes de la oposición serían ejecutados. En las provincias se producirían masacres similares". Al día siguiente se iba a instaurar la "República Popular Democrática de Chile".

Esa fue una de las tantas "confirmaciones" de la existencia de este imaginario Plan Zeta. Hasta hoy mentes afiebradas siguen creyendo en él, como el dirigente UDI Felipe Cuevas, detenido en Venezuela por sacarle fotos a un recinto militar sin identificación, quien describió la "persecución" que habría sufrido: "Mi abuelo estuvo en la lista negra del Plan Zeta".

No se busca venganza.

Sandor Arancibia vive desde que fuera exiliado por conmutación de la pena de presidio perpetuo, en la ciudad de Montpellier, al sur de Francia. Allí destacó como un importante científico al igual que su esposa Lucy. Llegó a Chile para cumplir trámites judiciales como querellante en contra de quienes le secuestraron, mantuvieron ilegalmente privado de libertad, torturaron y condenaron en un Consejo de Guerra sin fundamento ni base legal.

Señala estar respondiendo a lo que le ordena su conciencia. Dos son sus motivaciones: "La primera es estrictamente personal, fui condenado por un delito de traición a la Patria, que no cometí y debo ser reparado moral y legalmente por ello. No puedo terminar mis días concibiendo que en mi país se me haya acusado de un delito de traición. La segunda razón, es que nuestra querella, contribuye a esclarecer los hechos de lo que realmente pasó en Chile", asegura.

"En Valdivia hubo genocidio, con más de 3 mil presos políticos, torturas aberrantes, crímenes y tantos otros abusos que resulta difícil de relatar. Es una buena muestra de lo que aconteció en el país entero, a partir del 11 de septiembre del 73", afirma Arancibia. Y al igual que en las demás causas intentadas por derechos humanos, Valdivia no ha estado exenta de un increíble inmovilismo en el trámite de querellas que terminen en condena.

Paramédico se decidió a hablar.

Su testimonio ha sido vital en la causa, se trata del paramédico Rolando Jaramillo, quien declaró con fecha 15 de mayo de mayo del presente año ante el Tribunal, por la querella presentada por Arancibia. A fines de septiembre del 73 se desempeñaba en Gendarmería, desde allí fue llevado a la enfermería por un médico del Ejército de "apellido Saldías, que al parecer se llamaba Francisco, me pidió que fuera a trabajar y ayudar allí (ya que) habían muchos heridos producto de las torturas".

Hoy están dadas las condiciones para procesar a los culpables, declara el abogado de la causa, Roberto Ávila. "Existen testimonios abundantes, alrededor de 20, entre los cuales no solo se encuentran los de las víctimas, sino que de a lo menos tres personas que declaran acreditando la tortura y que eran parte de instituciones armadas, que estaban en ese lugar y ese momento, que presenciaron directamente estos terribles hechos".

Para el profesional, "Existe también abundante documentación, incluidos informes médicos internacionales (y peritaje del Instituto Médico Legal de Chile), que acreditan la pérdida de piezas dentales producto de la acción traumática de la tortura, por ejemplo, pero no solo eso, sino que además confesiones como la de Patricio Kellet, quien reconoce golpes y tratos crueles y degradantes a los prisioneros políticos", señala.

 Mario López Moya*

*Periodista. Cambio21/Rebelión

Tomado de  http://www.laarena.com.ar

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