miércoles, 22 de enero de 2014

La gran apuesta de Washington en Somalia

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Somalia se ha convertido en un caldo de cultivo para las operaciones negras de Washington desde 2001, mientras el país africano sufre pérdidas humanas debido a las políticas hegemónicas de Estados Unidos.
Sólo recientemente, se ha puesto de manifiesto que los EE.UU. enviaron en secreto dos docenas de efectivos bajo el disfraz de asesores militares. Es ingenuo pensar que los EE.UU. no tienen más intenciones que dar pistas de asesoramiento a los militares en Somalia o proteger la seguridad de los pueblos africanos.

En 1993, los EE.UU. se embarcaron en una expedición militar llamada Operación Serpiente Gótica en Somalia, con el pretexto de eliminar a un caudillo somalí, una operación que lamentablemente dejó grandes pérdidas humanas. Como es natural, los EE.UU., rápidamente, se eximieron de toda responsabilidad y lo atribuyeron a un paso en falso.

Según Charles William Maynes, editor de Foreign Policy, agentes de la CIA reconocen en privado que el Ejército estadounidense pudo haber “matado de 7000 a 10 000 somalíes durante su misión. Estados Unidos perdió sólo 34 soldados. A pesar de la extraordinaria disparidad, la decisión fue retirarse.” Por lo tanto, las estimaciones entregadas por los medios de comunicación estadounidenses han sido pasadas por alto o subestimadas drásticamente.

El hecho es que no hay justificación alguna para esta catástrofe humana. Sin embargo, como es su costumbre, los funcionarios de Washington, descaradamente, insisten en que su misión era capturar al caudillo somalí, Mohammed Farah Aidid, quien se oponía abiertamente a la presencia de los EE.UU. en Somalia.

Más tarde, para gran decepción de muchos, esta farsa militar fue desgraciadamente glorificada en la pantalla por Ridley Scott, en una película llamada Caída del Halcón Negro (2001).

Entre otras de las operaciones negras en Somalia se encuentra una serie de incursiones de aviones no tripulados asesinos que los EE.UU. habían estado llevando a cabo durante años, sin reconocer abiertamente el hecho. Fue en 2012 cuando la Casa Blanca, finalmente, reveló el secreto de sus operaciones encubiertas en el Cuerno de África y admitió el delito por primera vez.

La excusa de los EE.UU. para lanzar esos ataques es la misma vieja historia: la erradicación de elementos de Al-Qaeda.

Un recuento hecho por la Oficina de Periodismo de Investigación con sede en Londres afirma que los ataques con aviones no tripulados realizados por Estados Unidos llevan hasta el momento al menos 112 militantes somalíes. Esta cifra traicioneramente dudosa excluye a los 60 civiles que murieron en los ataques con aviones no tripulados asesinos. El método empleado por Washington para distinguir entre civiles y no civiles es comprensiblemente extraño. Aquellos que son adultos son no civiles y aquellos que no, son civiles.

Es interesante señalar que los EE.UU. prefería una política de negación respecto a los ataques con aviones no tripulados, hasta hace unos meses, cuando la CIA reconoció que, en Somalia y en otras partes de África, estos se llevaron a cabo bajo la supervisión de la agencia de espionaje.

Además de esto, hay una estación activa de la CIA en Mogadiscio. En agosto, Jeremy Scahill informó sobre el complejo de la CIA en el aeropuerto internacional de Mogadiscio Aden Adde, agregando que "la instalación se ve como una pequeña comunidad cerrada, con más de una docena de edificios detrás de grandes muros de protección y asegurados por torres de vigilancia en cada una de sus cuatro esquinas. En la instalación, la CIA lleva a cabo un programa de entrenamiento contra el terrorismo para los agentes de inteligencia somalíes y operativos destinados a la construcción de una fuerza de ataque local capaz de lanzar operaciones y enfocar objetivos de "combate" contra miembros de Al Shabab."
Según Scahill, la CIA no está ni remotamente interesada en tratar de forma directa con los líderes políticos somalíes, de quienes dicen que son corruptos y poco fiables. En cambio, los Estados Unidos tienen agentes de inteligencia somalíes en su nómina. Fuentes somalíes con conocimiento del programa describen a los agentes haciendo fila para recibir los 200 dólares en efectivo de paga mensual de parte los estadounidenses. "Ellos nos apoyan en gran medida económicamente", dice el alto funcionario de inteligencia de Somalia. "Son los mayores [financiadores] por el momento."

¿Qué están haciendo realmente los EE.UU. en Somalia?

Una mirada a los recursos naturales de este país es suficiente para dar una respuesta a esta pregunta. Un artículo de LA Times revela que casi dos tercios de los recursos de Somalia fueron asignados a las gigantes petroleras estadounidenses Conoco, Amoco, Chevron y Phillips en los últimos años, antes de que el presidente pro EE.UU., Mohamed Siad Barre, fuera derrocado y el país se sumiera en el caos en enero de 1991. Fuentes de la industria dijeron que las empresas titulares de los derechos sobre las concesiones más prometedoras esperan que la decisión de la Administración Bush de enviar tropas estadounidenses para proteger los envíos de ayuda a Somalia, también, ayuden a proteger sus inversiones multimillonarias allí. Oficialmente, la Administración y el Departamento de Estado insisten en que la misión militar de EE.UU. en Somalia es estrictamente humanitaria. Voceros de la industria petrolera consideraron como "absurdas" y "sin sentido" las denuncias de expertos en ayuda, veteranos analistas para África del Este y varios prominentes somalíes de que el presidente Bush, un expetrolero de Texas, fue impulsado a actuar en Somalia, al menos en parte, por los intereses de las corporaciones del petróleo norteamericanas.

De acuerdo con un informe emitido por Range Resources, existen algunas filtraciones enormes de petróleo en el norte de Somalia (Somalilandia) y en el suroeste, donde convergen Etiopía, Kenia y Somalia.

Las nuevas estimaciones de las reservas petroleras del país, costa adentro y costa afuera, hablan incluso de hasta 110 mil millones de barriles. Según informes, es probable que existan vastas reservas de gas natural en aguas somalíes del Océano Índico. Todo esto junto a una serie de campos que se han encontrado fuera de Mozambique y Tanzania, y que contienen un estimado de 100 billones de pies cúbicos de gas.

Bajo la bandera de la lucha contra el terrorismo, el lacayo del imperialismo interviene y justifica sus ataques con drones asesinos y otras operaciones negras inhumanas, y no escatima esfuerzos en aprovecharse de los beneficios mal habidos en su lujuria militar en tierras musulmanas. 

HispanTV

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