domingo, 27 de octubre de 2013

Llegó la hora de ser hijos de Chávez



Al fin aparecieron medidas gubernamentales en Venezuela que muchos esperábamos. La juramentación del  Comando Nacional Antigolpe en cada región, es una de ellas. Este comando cívico militar, el cual actuará en todo el territorio nacional, particularmente en las zonas estratégicas, permite una nueva organización de las fuerzas bolivarianas para dar respuesta a las continuas agresiones de la derecha venezolana en la vida económica, política y social del país. 


Lo importante de este paso es que no quede en una mera campaña. La organización de las actividades del Comando debe incluir a todas las fuerzas revolucionarias, tal como lo intuyó Chávez, en una oportunidad, cuando los mismos fueron creados. 

La derecha venezolana ensaya varios escenarios de desestabilización y cada uno de ellos debe ser monitoreado, analizado y recibir una respuesta inmediata. Su reactivación es crucial no solo con vistas a las próximas elecciones del 8 de diciembre, sino para desbaratar la guerra sucia económica que está haciendo padecer a los venezolanos escaseces pre fabricadas, motivadas por acaparamiento de los productos esenciales para la canasta básica, así como otras afectaciones que generan descontento y son aprovechadas para deslegitimizar al gobierno de Maduro.

Tal vez la más consecuente noticia está implícita en la convocatoria del presidente para que todos los cuadros del estado, independiente de su rango o status, se incorporen a las milicias bolivarianas. Este paso era realmente necesario pues vincula verdaderamente a la dirigencia bolivariana al propio pueblo, desbarata estratos de poder que aún existen en algunos ministerios, organismos y estados, y garantiza la unidad dentro de la Revolución. Esta vez todos han de ser verdaderos soldados de la patria.

La creación de los Comandos Antigolpe pone otra vez a las fuerzas bolivarianas a la ofensiva, puesta en entredicho -aunque muchos lo duden-, por las manipulaciones de la derecha y de sus aliados internacionales, así como las propias debilidades internas de las mismas, mostradas en varias ocasiones por la corrupción descarada e impune, el irrespeto a las denuncias del pueblo, la falta de agilidad a la actuación judicial ante lo mal hecho, la impunidad del compadrazgo y el nepotismo, el apogeo del quintacolumnismo y, sobre todo, el malestar popular por la tolerancia de estos vicios del pasado que no caben en una verdadera Revolución.

Con este paso, realmente, se revive a Chávez, y se hace confiar nuevamente al pueblo, el que reclama a voces su derecho a que el estado sea capaz de “garantizar la paz, la estabilidad, el derecho a la independencia y la vida del país”.

No importan los cuestionamientos de la derecha que teme verdaderamente al pueblo organizado. Las calles, barrios, comunas, campos y todas las ciudades deben ser escenario de  la vigilancia revolucionaria, de la respuesta oportuna ante el golpismo solapado y la acción abierta y artera.  Esa vigilancia debe neutralizar no solo las acciones desestabilizadoras de la derecha, sino también su guerra económica solapada, su labor de zapa en cada territorio y la guerra sicológica implementada en los últimos meses.

Maduro lo expresó claramente: octubre, noviembre y diciembre son esenciales para neutralizar a la derecha. Si se es capaz de implementar las tácticas adecuadas, teniendo siempre al pueblo como participante, se logrará la victoria en las 335 alcaldías, así como copar la gran mayoría de los puestos en los consejos comunales.

La incorporacción del Gran Polo Patrótico al  Órgano Superior para la Defensa Popular de la Economía, permitirá dar solución urgente a las necesidades populares y a la necesaria acción de "sacudir el árbol" para que caigan los mangos podridos, con lo que  se dará un tiro de gracia a la especulación, la inflación  y al desbastecimiento promovido por la derecha.

Estos pasos que aplaudo, deben ser cumplidos al pie de la letra. ¡Basta ya de impunidad de la derecha y de los corruptos! ¡Basta ya de campañismo! Asumamos de verdad los compromisos con la Patria.

¡Un día se juró, ante Chávez, ser sus consecuentes seguidores! No bastan camisas rojas, ni gorras del mismo color para cumplirle su legado. Un día dijimos todos, conmovidos ante su féretro: ¡Yo soy Chávez!. No hagamos de este juramento simples palabras y consignas. 

Llego la hora de mostrar que no solo Maduro es "hijo de Chávez". ¡Todos somos Chávez, y él nos convoca a la batalla! ¡Todos somos, realmente, sus hijos!

Percy Francisco Alvarado Godoy

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