domingo, 22 de septiembre de 2013

La guerra interior de Barack Obama

La guerra interior de Barack Obama

Por los embates que ha recibido desde los frentes domésticos e internacionales, las últimas semanas han sido las más duras y difíciles de las dos presidencias del Barack Obama. A los desencantos internacionales generalizados, una alarma interna, bien localizada en la capital del país, y en un comando de las fuerzas armadas, ha agudizado la impresión general en los medios y en los ciudadanos de que el control interior ha quedado en manos de organismos de inteligencia y seguridad cada vez menos sujetos al control democrático. La muerte de 13 personas por el reservista Aaron Alexis, un hombre negro de 34 años recién convertido al budismo, en el propio Comando de la Marina, ha hecho proliferar, nuevamente, la noción de que toda vigilancia es poca, y de que el poder máximo debía concederse a FBI y a los organismos de seguridad.

El corazón de Washington. Al menos 13 personas murieron el lunes en un tiroteo perpetrado en un puesto de comando de la Marina de Estados Unidos en Washington. Entre los fallecidos se encuentra el único agresor confirmado hasta el momento, identificado por el FBI como Aaron Alexis, un hombre afroamericano de 34 años oriundo de Fort Worth, Texas. Medios estadounidenses habían adelantado que Alexis era un contratista militar. Después se supo que había comprado armas legalmente. Y que había ingresado usando una credencial legítima, extendida a su nombre, al cuartel general del Comando Naval de Sistemas Marítimos, en Washington, situado en el edificio 197 del Navy Yard, un complejo naval en el sureste de la ciudad, a escasos kilómetros de la Casa Blanca y el Capitolio.

Disparando a la Marina. En el edificio donde se registró el tiroteo trabajan unas 3.000 personas. Apenas se inició el ataque se emitió una orden para que todas buscaran refugio a causa de un “tirador activo”. Sólo en horas de la tarde se pudo ver cómo empezaban a salir algunos de los empleados que todavía permanecían escondidos en el recinto. Menos suerte tuvieron las 13 víctimas mortales, así como la docena de heridos –todavía no se ha precisado su cifra– que a lo largo de la mañana fueron llegando a los hospitales de la ciudad. El Comando atacado es uno de los cinco puestos de control que mantiene la Marina en todo el país, encargados de diseñar, construir y mantener los buques y submarinos militares estadounidenses, así como sus sistemas de combate.

Lobo solitario. Las autoridades norteamericanas llegaron a la conclusión de que se trató de un incidente aislado, desvinculado del terrorismo y de la red Al Qaeda, que ha recomendado la acción de “lobos solitarios”, como los hermanos chechenos que atacaron con éxito y bombas caseras la última maratón de Boston. Con todo, en la memoria de muchos estadounidenses volvió el recuerdo de otros “tiroteos masivos” registrados en los últimos años, entre otros el perpetrado en otro centro militar, Fort Hood, Texas, en 2009, donde un psiquiatra militar, Nidal Hasan, mató gritando “Alá es grande” a 13 soldados que se preparaban para viajar a Irak y Afganistán. El agresor fue condenado a finales de agosto a la pena de muerte. Si la pena se hace efectiva, será la primera ejecución de un soldado en actividad desde 1961.

El reservista carga su arma. Según The Washington Post, Alexis había probado un arma semiautomática en una armería de Virginia, pero no pudo comprarla porque vivía en otro estado y las leyes locales lo prohíben en ese caso. En vez de ello, señala el rotativo, compró una escopeta y dos cajas de municiones el sábado antes su tiroteo. Alexis, quien al parecer buscó ayuda por problemas de insomnio en hospitales de veteranos, en el marco de presuntos problemas mentales reportados en días pasados pero no confirmados oficialmente, también grabó frases extrañas en el arma, según el Post. Entre el 2007 y el 2011, este reservista se había ocupado de la electricidad en aviones de las fuerzas armadas. Y esto le había ganado la Common Access Card, la CAC, la Tarjeta de Acceso Común, propia de los contratistas del ejército. Que también llaman Golden Card, Tarjeta Dorada, porque cuesta dinero –hay quienes pagan por ella, se dice–, y hace ganar dinero. En todo caso, Alexis, un afroamericano nacido en el neoyorquino barrio de Queens tres décadas y media atrás, vivió las últimas semanas de su vida en hoteles baratos de Washington, cercanos al Comando de la Marina donde fue abatido tras disparar contra decenas de empleados y funcionarios navales. Una de las primeras medidas de seguridad que va a ser discutida es si puede o no darse la Golden Card a enfermos mentales; para ello, habrá que redefinir “enfermedad mental” en términos más severos.

Cerrando el círculo. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, se comprometió el miércoles a “corregir” fallas de seguridad como las que permitieron que el ex reservista de la Armada Aaron Alexis ingresara el lunes en una base de la Marina en Washington y matara a 12 personas antes de ser abatido. “Obviamente, algo fue mal”, reconoció Hagel en rueda de prensa en el Pentágono. “Donde hay lagunas, las cerraremos; donde se han producido deficiencias, las atenderemos. Y donde haya errores, los corregiremos”, prometió. Tras la tragedia del lunes, cuya motivación es desconocida si bien cada vez surgen más detalles de los problemas psicológicos de Alexis, de 34 años, el jefe del Pentágono ha ordenado una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad. Hagel, por un lado, ha ordenado una “revisión de la seguridad física y de los procedimientos de acceso” a todas las instalaciones militares estadounidenses “en todo el mundo”.

El Pentágono se hace cargo. El jefe del Pentágono, asimismo, ha encargado una revisión de las “prácticas y procedimientos” para “entregar y renovar” los pases de seguridad que permiten el acceso a las instalaciones militares, en vista de que, tal como reveló la víspera el FBI, Alexis ingresó en el complejo naval con un pase “válido” que había obtenido en calidad de empleado de un contratista militar. Ambas revisiones estarán a cargo del subsecretario de Defensa, Ash Carter, aseguró su jefe Hagel, quien prometió que su equipo hará “todo lo posible para evitar que esto vuelva a suceder”. Finalmente, concluyó Hagel, también ha ordenado la creación de un “panel independiente” que realice su propia evaluación de la situación de seguridad en las instalaciones militares y los protocolos de entrega de pases, que deberá informarle personalmente de sus conclusiones.

Los días más oscuros. No ha recibido ni una sola buena noticia, y las malas se acumularon con dramatismo escenográfico de golpe de teatro tras golpe de teatro. La recesión de Estados Unidos no ceja ni cede, y el lugar de la primera economía mundial comienza a parecer, si no incierto, sí menos brillante. Los planes del presidente demócrata de una intervención humanitaria en una Siria donde la ONU admite que se han usado armas químicas quedaron aplazados y controvertidos por la oposición de los partidos, incluso del propio, y de la opinión pública. En un nuevo avatar de la Guerra Fría recalentada entre Washington y Moscú, el Kremlin se ha apuntado un avance con su programa de control del arsenal del líder sirio Bashar al Assad. La misma Rusia ha asilado al defector Edward Snowden, cuyas revelaciones sobre el espionaje indiscriminado de aliados y enemigos han pospuesto, esta semana, una visita de la presidenta brasileña Dilma Rousseff a la Casa Blanca.
Descontrol de armas

El diario más popular de Estados Unidos, el de todas las familias tipo norteamericanas, el que se puede comprar en todas las cajas de los supermercados, el USA Today, se preguntaba el martes en tapa “¿Por qué Alexis pudo comprar armas?”. Por detrás de la pregunta no había un cuestionamiento a la compra de armas en general, pero sí al hecho de que le fueran vendidas a alguien como Aaron Alexis, el francotirador que mató 12 personas en la base comando de la Marina en Washington, que sufría reconocidos problemas mentales, admitidos por las mismas autoridades militares. Sin embargo, las leyes en Estados Unidos son muy generosas para instrumentar el derecho constitucional a armarse del que goza todo ciudadano. Sólo la orden expresa de un juez, que dé fe de la demencia incapacitante, es una barrera efectiva para que un ciudadano no pueda ser dueño de un arma de fuego.

El reservista de la Marina no es el primer hombre con antecedentes de enfermedad mental que tenga acceso a un arsenal, ni tampoco el primero que lo haya descargado contra víctimas numerosas y arbitrariamente reunidas. En 2012, muertes por tiroteos indiscriminados ocurrieron en el estreno de un nuevo film de Batman en el estado de Colorado y después en una escuela primaria en el estado de Connecticut. En uno y otro caso, los autores tenían una historia clínica de demencia. Todas las armas, como las de Alexis, habían sido compradas legalmente. Los representantes demócratas en el Congreso habían intentado endurecer las regulaciones sobre la revisión general de antecedentes a la hora de comprar armas tras la masacre de la escuela primaria: los niños son víctimas particularmente sensibles para la opinión pública norteamericana. Los planes se vieron desbaratados en el Senado por la oposición de los republicanos (y también de algunos demócratas). Hay pocas chances de que la masacre de Washington cambie la legislación. Muchos políticos están respaldados por el poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), que se opone a casi cualquier nueva ley sobre control de armas.
FUENTE: XXIII

Tomado de http://www.tiempodesanjuan.com

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