martes, 22 de enero de 2013

¡ABUR! PRETEXTOS

USA OBAMA KERRY 

Por: Jorge Gómez Barata
www.cubano1erplano.com
 
Barack Obama y su nuevo Secretario de Estado John Kerry tienen las razones perfectas para dar pasos al encuentro con Cuba.
Aunque los cambios introducidos por la administración del presidente Raúl Castro se realizan de modo soberano, en interés del pueblo cubano y no para complacer al imperio, de hecho cubren prácticamente todos los pretextos invocados por los sucesivos gobiernos norteamericanos para justificar la hostilidad contra la Revolución Cubana.
Cuba, un entorno real-maravilloso en el cual hoy se asume que el socialismo y el mercado son compatibles y donde se cambian las políticas sin desdecirse ideológicamente y contra viento y marea se preservan las conquistas sociales y la cohesión del pueblo, pueden proclamarse ciertas verdades evidentes:
No hay un solo militar cubano en suelo extranjero, en sus arsenales no existen armas ofensivas ni en sus cárceles presos políticos. En la Isla que no es santuario para terroristas y traficante ni paraíso fiscal los nativos viajan libremente y regresan, cambian sus pesos por divisas, obtienen créditos bancarios, subsidios estatales, tierras en usufructo y reciben remesas (algunos ya las envían), trabajan por cuenta propia, se asocian en cooperativas, montan sus propios negocios, compran y venden viviendas, autos, terrenos, aseguran sus propiedades, testan sobre su patrimonio, reciben herencias, hacen tratos entre ellos y facturan sus servicios.
Como existen potentados con dinero bien habido, hay lugareños que se alojan en hoteles de varias estrellas y no se necesita ser uno de ellos para disponer de un teléfono móvil. Los isleños pueden ahora viajar a Estados Unidos, aplicar para la Ley de Ajuste Cubano, trabajar allí y luego regresar al país y en, lugar de reclamar la “tarjeta blanca”, exhibir su “Green Card”.
En un sitio donde sin grandes batallas ni movilizaciones gay, el sexo se despenalizó cada cual elige libérrimamente con quien practicarlo y aquellos que se sienten atrapados en un cuerpo equivocado, en hospitales públicos, a cuenta del contribuyente pueden cambiar de género. El Estado que antes era ateo e intolerante es laico ahora y considera la fe un asunto privado.
Los criollos y las criollas, ajenos al conflicto de civilizaciones, se casan por la Iglesia y se divorcian por lo civil, abortan gratis, asisten a misa, luego a un “toque de santos” y puede que también a un plante abakuá. Han elegido varios líderes religiosos y laicos católicos para el Parlamento, recibido a dos papas en la misma generación, disfrutan del feriado por navidad, festejan la Virgen de la Caridad y el Cardenal les habla por televisión.
Hace años la Nación depuso sus objeciones y se reconcilió con la emigración y aunque todavía hay cosas que no se les permiten, los que viven fuera son bien recibidos y aquellos que emigran no lo hacen “definitivamente”, tampoco tienen que entregar un inventario, ceder sus propiedades ni dormir su última noche en la Patria bajo techo ajeno.
Los disidentes pasaron de prohibidos a obligatorios y no hay manera de abrir el correo electrónico o acceder a INTERNET sin recibir sus andanadas; Yoani la bloquera laureada tiene pasaporte, la lideresa de las Damas de Blanco se dispone a viajar y planea regresar y a Fariñas se le ha abierto el apetito. Todos pueden ir y venir porque deambular por el mundo ya no es pecado ni permanecer en la Isla excusa para notoriedad inmerecida.
De hecho Cuba ha cambiado, no para complacer a los americanos sino a pesar de ellos que ahora tienen un presidente que parece mejor motivado, al cual el mandatario cubano Raúl Castro ha tendido no una sino varias ramas de olivo, no para pedirle perdón ni exigirle concesiones, sino para proponerle dialogar en pie de igualdad y procurar avenencia.
Antes que ninguna otra cosa Cuba y Estados Unidos deberían hablar porque tal vez, hablando se entiendan y abrir las manos porque con los puños cerrados nadie puede estrechar la mano a otro.
Es cierto que hay todavía obstáculos, pero no son ideológicos ni políticos y tampoco se asocian a la seguridad nacional mutua. Tal vez no haga falta complicadas tratativas y baste un guiño para que los Cinco y Alan Gross, a la vez, desanden el camino y vuelvan todos a casa. Quizás despolitizando el asunto y colocándolo en un terreno humanitario con las familias como protagonistas, se encuentre mejor respuesta.
Cuba ha hecho lo suyo y quienes querían que “Castro moviera fichas” están servidos. La Isla avanza para mejor y las mutaciones son irreversibles. Hace falta también mover al imperio anclado en la Guerra Fría. No es necesario cambiar de cabeza la manzana ni de manos el arco. La pelota está del lado norteamericano. Allá nos vemos.

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